viernes, 12 de agosto de 2016

Mont Blanc

A la vuelta de la Mer de Glace empezamos a planificar la ascensión al Mont Blanc. Había estado llamando toda esa semana a los refugios de Gouter y Tete para ver si obteníamos plaza a última hora, pero desde que llegamos fue imposible reservar. No llevábamos la reserva hecha desde aquí porque una semana antes el buen tiempo no estaba asegurado. Sin embargo, estábamos disfrutando de unas condiciones espléndidas y no queríamos arriesgarnos a esperar más días para subir por si el tiempo cambiaba, así que ante la imposibilidad de obtener plaza en uno de los refus de la ruta de Gouter Pichi propuso tomar medidas "drásticas". Subiríamos y bajaríamos sin hacer noche en ningún refugio, desde luego no era la forma más cómoda de subir pero era una opción válida y además tampoco teníamos elección si queríamos realizar ese itinerario.

Así lucía esa mañana el Mont Blanc desde Chamonix

La idea sería subir en uno de los últimos trenes cremallera que te dejan en Nid d'Aigle y hacer un poco de tiempo para no llegar a la cumbre demasiado temprano. El mapa marcaba una cabaña antes de empezar a subir al refugio de Tete, la Baraque des Rognes. Buscamos información por internet pero como no nos quedaba demasiado claro nos acercamos hasta la Maison de la Montagne para explicarles nuestro plan e informarnos sobre si estaría abierta y allí nos dijeron que estaría cerrada. La verdad es que no nos lo creimos pero claro, si era verdad corríamos el riesgo de llegar allí y que no pudiésemos entrar, con las consecuencias que ello suponía. Con este panorama trazamos un plan B: llevaríamos una tienda ligera para esperar dentro unas horas e intentar dormir en caso de que la cabaña estuviese cerrada. Como no habíamos previsto esta situación no habíamos llevado ninguna tienda, por lo que tuvimos que comprar una en Chamonix. Por suerte no nos tuvimos que gastar demasiado, como daban muy buen tiempo compramos lo más barato y ligero que encontramos.

Foto de la salida

Comemos muy temprano unos espaguetis deliciosos que prepara Pichi y salimos los tres pitando para la parada de bus que teníamos al lado de casa, estamos a 6 de julio de 2016. Cogeríamos el bus hasta Les Houches y allí el teleférico que te deja en una estación intermedia del tren que sube a Nid d'Aigle. En el teleférico estábamos solos, pero en la estación del tren ya se veía ambiente montañero. La mitad de los que estaban allí iban para arriba, se diferenciaban muy bien de los turistas ya que muchos iban con mochilas de más de 100 litros de capacidad y piolets de 1 metro de largo, os prometo que no estoy exagerando ni un poquito.

Subiendo en el Tramway du Mont Blanc

Una vez en Nid d'Aigle (2.372 m) empezamos a tirar para arriba por el camino, hace tanto calor que en este punto ya nos habíamos bebido una de las botellas de 1.5 litros que llevábamos. Por el camino nos encontramos una pareja de padre e hijo que habían hecho cumbre esa mañana, iban muy contentos y nos dieron bastantes detalles de la subida. Me sorprendió que no habían hecho ningún cuatromil antes para aclimatar, qué animales.

Los animales se acercan curiosos

Por el camino te encuentras manadas de íbices y otro tipo de fauna... como gente que da un paso y para dos minutos a descansar, no me los quiero imaginar cuando estén a la altura de Vallot la velocidad que llevarán.

Pichi y David

El camino sigue ascendiendo y de repente divisamos la Baraque des Rognes (2.768 m), nos desviamos del camino hacia la izquierda atravesando una pala de nieve y comprobamos que está abierta! Está en perfectas condiciones e incluso han habilitado un baño en el exterior, menudo lujazo. Hemos cargado con la tienda y las esterillas en balde pero nos hemos reído un rato buscando la tienda por Chamonix.

Baraque des Rognes

No recuerdo exactamente a qué hora habremos llegado aquí pero sería alrededor de las 16:00h. Tendremos que hacer tiempo hasta las 22:00 que hemos marcado como hora de salida, así que extendemos las esterillas en el suelo y unimos los dos sacos por la cremallera. Nos metemos los tres en dos sacos y menos mal, porque menuda rasca que hacía. Intentamos dormir un rato pero es imposible, aunque estaba bastante cansado la adrenalina no te lo permite así que al poco empezamos a hablar y a hacer el tonto.

Subida a Tete

Antes de lo pensado llegan las 21:00 y nos empezamos a preparar, al final tenemos tantas ganas por salir que a las 21:30 pasadas abandonamos la cabaña y emprendemos la marcha con casi media hora de adelanto. Todavía es de día pero ya empieza a ponerse el sol en el horizonte y nosotros disfrutamos del momento paso a paso.

Contemplando el mar de nubes con la Aiguille du Midi al fondo

Cuando llegamos a Tête Rousse (3.167 m) ya era noche cerrada, serían las 23 horas más o menos. Aquello estaba lleno de tiendas, ni el campamento base del Everest. Había alguna gente de pie alrededor supongo que porque no podían dormir, pero nadie en la ruta subiendo hacia Gouter. Nosotros pasamos de largo y empezamos a subir hacia el espolón, pasamos por la bolera sin ningún contratiempo y empezamos a trepar. Es una trepada muy chula esta de Gouter, la disfrutaríamos mucho más ahora que bajando de cumbre el día siguiente. Pichi iba delante marcando el camino con un ritmo infernal. Cuando ya empezaba a cansarme de tanta trepada de repente se ve Goûter (3.817 m) allá a la derecha, pero todas las luces estaban apagadas. Me parecía una estampa surrealista, ¿se habían quedado dormidos? Era la 1:15 más o menos. Nos acercamos hasta la puerta del refugio y comprobamos que está abierta, dentro hay luz pero no hay nadie, solo el material de los montañeros. Tanto material como para montar dos tiendas de montaña en Chamonix, qué pasada. Esperamos un rato a ver si aparece alguien pero nada. Estábamos sin agua y teníamos que comprar por lo que esta había sido una parada obligatoria, sin embargo esperábamos encontrar a la gente ya despierta. Abro la puerta que conduce al interior y me topo con unas escaleras, allí había gente durmiendo por los descansillos. Llego hasta la puerta de la cafetería y leo en un cartel que hasta las 2:00 no abre, qué faena, vamos a tener que esperar. Un cuarto de hora antes la gente ya empieza a bajar para preparar el material e ir a desayunar, yo hago cola como el resto del mundo y en cuanto veo a alguien del refu le pido 3 botellas de agua de 1.5l, le explico que yo no estaba alojado allí y me cobra 18€. Nos bebemos prácticamente una allí y el te que nos quedaba y rellenamos las cantimploras. Cuando salimos ya había un par de cordadas listas para salir fuera, debimos ser la 3ª cordada en tirar para cumbre.

Ruta de Gouter en rojo

Empieza la recta final de la ascensión. Vamos subiendo por la pala del dome de Gouter en plena oscuridad. Si mirabas hacia atrás veías una línea infinita de frontales, y eras capaz de diferenciar las cordadas por la separación de las lucecitas, desde luego era un espectáculo, intenté sacar fotos pero no quedaron bien por la oscuridad. Es una pena pero de la mayor parte de la subida no hay fotos porque la hicimos de noche. Creo que nos adelantan un par de cordadas en la que los guías van tirando literalmente de los clientes. Estas cordadas llevan la cuerda mucho más corta que la nuestra y completamente estirada, por las posiciones de los cuerpos y los tirones de la cuerda se aprecia perfectamente que los guías tiran de los clientes, menudas bestias para poder hacer eso, yo ya empezaba a notar el cansancio pero por suerte no tenía que tirar de nadie, David que venía detrás iba fresco como una lechuga. En un momento determinado paramos para hacer un descanso y sin darnos cuenta nos alcanza una cordada, el guía nos empieza a gritar enfurecido porque nos habíamos parado en mitad de la huella. Los tres nos quedamos estupefactos y no pudimos reaccionar en ese momento. No había ninguna razón para recibir ese rapapolvo, podían adelantarnos cómodamente por arriba o por abajo, no era una arista ni un sitio expuesto, simplemente parecía que el guía necesitaba pagarlo con alguien. Más tarde los clientes de ese guía serían los que nos sacasen las fotos en cumbre, ellos sí eran majos.

Vista de la ruta (izquierda) con otra perspectiva


Al llegar al refugio Vallot (4.362 m) hacemos otro descanso, aquí aprovechamos para comer un poco al abrigo de un ventisquero e intercambiamos los extremos de la cordada, yo sigo en el medio pero David toma ahora la iniciativa. Acelera un poco el paso que llevaba pichi e incluso hace un poco de guía en lo que a tirones se refiere :) A estas alturas yo estaba deseando llegar a la cumbre, empezábamos la parte más comprometida por la arista de les bosses y no podíamos cometer ningún error. Aunque la verdad es que no tiene ninguna complicación, simplemente hay que llevar la cabeza fría e ir muy concentrado en no dar ningún traspié. Sin embargo la sensación de cansancio acumulado iba en aumento y además, me daba cuenta de que lo estaba exteriorizando, al pisar mal de vez en cuando, rozar con las puntas delanteras del crampón en la nieve en algún momento, no decía nada pero en mi cabeza empezaba a preocuparme y le iba dando vueltas a todo eso. Y por fin, tras una de las interminables jorobas que vamos superando me doy cuenta de que el camino termina y que la gente está parada en una especie de plano alargado. Esto tiene que ser la cumbre (4.808 m). Nos abrazamos y felicitamos y empezamos el ritual de las cimas. Poner ropa de abrigo, beber, comer, fotos aquí, fotos de grupo, fotos con las cervezas... Deben ser alrededor de las 6 de la mañana, ya ha amanecido completamente y todo en el horizonte se ve mucho más bajo, es la primera vez que tengo esa sensación estando tan alto.

En la cima del Mont Blanc

No recuerdo cuántas cordadas harían cima antes que nosotros, pero creo que se contaban con los dedos de una mano. Emprendemos el descenso y nos vamos cruzando con todo el mogollón, sin embargo luego comentando esto todos coincidimos en que nos pareció que había mucha más gente en el refugio a primera hora de la que luego nos cruzaríamos.

Brindando en la cima

Seguimos bajando y por suerte una vez pasado el abrigo de Vallot podemos ir fuera de huella descendiendo de forma más cómoda. El descenso se hace muy pesado. En Gouter compramos una lata de cocacola para pichi que tenía antojo y nos cobran por ello creo recordar que 8€. Al lado de la cocacola las botellas de agua parecen regaladas.

La bandera del foro también iba en la mochila

Llega la zona más peligrosa bajo mi punto de vista, destrepar el espolón de Gouter con todas las horas que llevamos encima dándole caña al cuerpo, porque además hemos ido bajando los tiempos que marcaba la guía. Vamos ayudándonos de los cables que hay equipados y no podemos bajar muy rápido porque hay mucha gente, incluso algún guía con dos clientes en corto que van retrasando a todo el personal. Pero a nosotros casi nos hacen un favor porque así nos damos un respiro. Y de esta forma, poco a poco vamos bajando metros, siempre pienso que prefiero subir que bajar, las bajadas me deshacen, pasada la zona del espolón de Gouter nos encontramos con la bolera que estaba mandando cañonazos a tope. No dejaron de caer piedras desde que llegamos a ella hasta que la dejamos, daba bastante miedito la verdad. El cable que hay instalado en los dos extremos del corredor es inútil porque queda muy alto. La mejor opción es cruzar la bolera encordados aunque nosotros en este momento ya íbamos a nuestro aire y decidimos pasarla de uno en uno. La enfrentamos un poco por encima de la huella oficial porque justo por el centro del corredor la nieve se ha fundido y hay una especie de río, y pasándola por encima este torrente se estrecha y somos capaces de saltarlo, evitando mojarnos los pies. Pasamos el refugio de Tete y desde aquí la nieve va a menos, cada vez tengo más ganas de llegar al tren, el sol aprieta y el caloret faller nos obliga a beber el poco agua que nos queda, pero ya estamos llegando a la estación, está detrás de esa curva a la derecha.

Primer plato

Del tren y el remonte de vuelta no tengo muchos recuerdos, una vez en Les Houches buscamos un sitio para comer (lo cual no fue fácil por la hora) y al final acabamos tomando un menu du jour en la terraza de un local que estaba bajo el telepherique. Aquello estaba exquisito, la comida me sabe especial después de una buena jornada en el monte.

Segundo plato

Tras terminar nos vamos a por el bus y llegamos a Chamonix donde Ramón nos recibe con mucha alegría y energía, pero yo la verdad es que estaba derrotado. Mientras Pichi y David le empiezan a contar los detalles de la ascensión yo me tumbo en la cama y no puedo evitar quedar profundamente dormido.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena amigo!!! Qué fantástica experiencia!! Nosotros le tenemos echado el ojo para el 2017!! Qué maravilla!!!

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  2. Me alegro de que os vayáis para allá el año que viene, os va a encantar, estoy seguro ;)

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