jueves, 8 de febrero de 2018

Circo de Gredos

El pasado fin de semana salimos para Gredos Pichi, Costas, David y yo. Desde Galicia hay un buen cacho así que salimos a media mañana del viernes para llegar a Hoyos del Espino alrededor de las 20h. Como era imposible salir a primera hora tuvimos que hacer noche en el pueblo en lugar de llegar al refu ese mismo día. Para mí era la primera vez en Gredos y tenía muchísimas ganas de verlo, todo el mundo me había hablado muy bien del circo.

Huevos con chorizo para cenar (finde perfecto)

Al día siguiente tocaba madrugar, la idea era llegar al refu para desayunar. Sobre las 5:30 salíamos de la plataforma de Gredos bajo una noche bastante despejada que permitía ver las estrellas, rápidamente fuimos avanzando por el camino muy bien marcado y pisado (muy distinto del que nos encontraríamos a la vuelta).

Llegando al refu con luna llena

Al llegar al refu inmediatamente nos dan las llaves para las taquillas y nos sirven el (re)desayuno, que al menos a mí me sentó genial. Sin perder mucho tiempo nos vamos para el Almanzor, la previsión se estaba cumpliendo puntualmente, era una fría pero bonita y despejada mañana rodeados de picos escarpados. Como decía era la primera vez que estaba en el circo de Gredos y aunque había leído sobre ello me sorprendió la cantidad de cascadas que había, por otro lado la mayoría de corredores estaban sin formar, faltaba bastante nieve comparado con las fotos que había visto en la guía de escalada.

El Almanzor esperaba

Terminado el desayuno nos volvemos a poner en marcha, Pichi y Costas ya habían estado en el Almanzor así que nos fueron guiando hasta arriba. Teníamos pensado meternos por la bifurcación de la derecha en el desvío que hay antes de llegar a Portilla del Crampón pero lo pelado que se encontraba y los resaltes que se veían nos hicieron decantarnos por seguir la ruta normal.

Última parte de la canal

En esta zona empieza a levantarse el viento racheado y frío que nos acompañaría el resto del día.


Portilla del Crampón con cencellada

Cara Sur - Cara norte

Empezando la zona de mixto

Rodeando el collado empezamos a hacer la travesía por la cara sur del Almanzor y nos metemos en la canal que te deja debajo de la cima. Al principio pensábamos que era la normal pero que faltaba mucha nieve y los resaltes estaban al aire, pero luego empezamos a dudar. El primero de ellos lo subí por la izquierda, desde arriba vi un cordino en la parte derecha (que luego utilizaríamos para rapelar) y ahí monté una reunión desde donde les tiré la cuerda a modo de pasamanos. Abajo estaban Pichi, Costas y David con una cordada catalana que nos había dado alcance en este punto.

Fueron subiendo uno a uno sin problemas quedando David para el final. Mientras esperaba por él, Pichi y Costas se adelantaron para subir a la cumbre, sin embargo se encontraron otro resalte que no vieron muy claro. Como yo venía caliente del resalte anterior me tocó probar suerte otra vez, pero ya que habíamos sacado la cuerda para montar el pasamanos esta vez iba a hacerlo asegurado. Me encontraba justo de bajo de la cima y el viento cada vez era más fuerte, además no encontrábamos un sitio cómodo para asegurarlos a todos y al final decidieron prescindir de la cumbre y bajar lo antes posible. Total Pichi y Costas ya habían hecho cima en otra ocasión, el único que se quedó sin ella fue David. Por suerte yo subí durante unos minutos para sacar un par de fotos antes de destrepar la última parte y rapelar con el resto del grupo.

Cumbre

En esta foto sale buena parte del camino de aproximación al refu

El primer rápel lo hicieron en este orden Pichi, David y Costas. Yo bajé de último y la verdad es que en esos minutos de espera me enfrié bastante, hacía mucho frío y el viento no ayudaba. Cuando llegué al rápel me esperaba David para recoger las cuerdas hasta Portilla del Crampón, donde Pichi y Costas se habían adelantado para montar el segundo rápel. De este modo rapelaríamos la última parte de la canal que era la que más pendiente tenía. Con dos cuerdas de 60 metros te comes buena parte de la canal.

Una vez abajo buscamos un sitio para resguardarnos del viento y esperar a Pichi y Costas pero es imposible, el viento sopla muy fuerte y recorre la superficie en todas las direcciones. Al final nos dejamos alcanzar por Pichi y Costas y buscamos una cascada donde pasar las últimas horas del día. En aquel momento yo me encontraba bastante cansado, el frío se me había metido en el cuerpo y no se iría más en todo el fin de semana. Además con aquel viento no tenía demasiada esperanza en que resistiésemos mucho tiempo asegurando y escalando.

El recorrido entre el refugio y la hoya está repleto de cascadas, mientras subíamos a primera hora las estudiábamos en la distancia con intención de atacarle a alguna a la vuelta. La que mejor pinta tenía se encontraba bastante arriba, traté de buscarla en la guía de Raúl Lora pero no supe identificarla. El caso es que cuando ya casi estábamos a pie de vía apareció otra cordada por la izquierda y nos la robó. Cómo son las cosas, media hora observando la solitaria cascada a lo lejos y resulta que al final nos quedamos sin subir por llegar un minuto tarde.

Seguimos bajando y las que nos encontrábamos o bien estaban ocupadas o no nos convencían porque el hielo parecía mal formado. Al final propongo subir unas que estaban enfrente del refugio que habíamos visto nada más salir de allí por la mañana. Como había que pasar por el refu para cruzar el río mi idea era quedarme allí a descansar pero al final el sentimiento de culpa pudo conmigo y seguí la marcha para aprovechar al máximo la oportunidad.

Una vez a pie de cascada Pichi y Costas se ofrecen voluntarios para montar la reu por arriba mientras David y yo esperamos, la verdad es que no me apetecía nada subir, tenía mucho frío y el viento no había parado de soplar durante toda la tarde. Una vez terminan de equiparla Pichi se prepara para subir y creo que yo lo aseguro de primero. Era la primera vez que subía por hielo y aunque yo intento darle unas indicaciones se cansa enseguida. No es que yo tenga mucha más experiencia, pero había probado en otra ocasión en Peñalara en la cascada que se forma debajo del Zabala. En esto al igual que en deportiva, cuenta mucho más la habilidad que la fuerza.

Me toca subir y la verdad es que lo disfruto muchísimo, todo el cansancio y la pesadumbre desaparecen y me vengo arriba. La subo sin problemas excepto en una parte donde hay una pequeña barriga que te obliga a hacer una travesía a la derecha para pasarla pero es más falta de práctica que otra cosa. Los piolos y crampones clavan bien y dan mucha seguridad.

Carámbanos moldeados al viento

Al tema

Al final creo que yo subo dos veces sin parar ni caer en ninguno de los pegues, eso sí, en el segundo se me van los pies y quedo colgado de los piolos.

Muy guapo.

De vuelta en el refu Pichi y yo ya empezamos a planificar la mañana del día siguiente: queremos subir la cascada que nos robaron al bajar del Almanzor. Cenamos con un grupo que iba acompañado por un guía madrileño muy majo que nos aconseja actividades para el día siguiente, por ejemplo subir el morezón por cualquiera de las canales que se ven desde el refu o hacer los corredores que hay allí enfrente. Pero entre la nieve que estaba cayendo esa noche y lo pelado que estaba el circo de nieve la idea de la cascada acaba imponiéndose con facilidad.

Por desgracia, la mañana siguiente comprobamos que esa noche había caído mucha más nieve de la anunciada por el parte. Salimos igual hacia arriba en busca de la cascada pero resultaba que éramos la primera cordada que salía del refu y la nevada nocturna había tapado la huella del día anterior, con lo cual nos hundíamos continuamente. En un momento de lucidez Pichi empieza a hacer cuentas y decidimos irnos para el coche puesto que el poco tiempo que teníamos para hacer la actividad se lo iba a llevar la pesada aproximación. Y eso sin saber realmente cómo estaba el camino de regreso, que como comprobamos más tarde, tampoco tenía huella y nos retrasó alrededor de una hora más de lo previsto.

Condiciones totalmente distintas a las del sábado

Llegados al coche nos encontramos el párking completamente nevado, el quitanieves no había pasado por ninguno de los tramos de carretera que llevan a la plataforma. Por suerte la nacional de Hoyos del Espino estaba limpia, desde ese momento pudimos respirar con tranquilidad.

La vuelta en coche fue bastante amena, pensábamos encontrar nieve en alguna zona pero la verdad es que todas las carreteras por las que teníamos que circular se encontraban abiertas y en perfectas condiciones.

Como siempre nos vamos muy contentos y con ganas de volver pronto, sobran planes y faltan días!