martes, 26 de julio de 2016

Mer de Glace (5 de julio)

Después de dormir plácidamente en una cama de verdad y desayunar un buen colacao con galletas nos vamos para la estación a primera hora a coger el tren cremallera que sale para la Mer de Glace. La idea es hacer un poco de turismo activo, darnos un paseo por el glaciar fundamentalmente. Estamos a martes y no nos interesa hacer algo muy duro porque al día siguiente esperamos irnos para el MB. De camino a la estación me doy cuenta de que me falta el casco. Maldita sea, y encima para bajar al glaciar hay que atravesar una especie de ferrata por lo que vamos a ir pegados a la roca. Voy muy intranquilo pero al llegar a la estación veo que realmente estamos al lado del apartamento y que me da tiempo de sobra para volver a por él, menos mal. Al volver del apartamento me los encuentro en plena sesión fotográfica.


Ramón, posando en la estación

Nos subimos al tren y este empieza a coger altura y a atravesar bosques, mientras nos deleitamos con el paisaje y con las vistas de las paredes que hay del otro lado del valle de Chamonix, intuyendo pistas de esquí y corredores que se formarían en invierno. El tren cremallera tiene dos tipos de clientela claramente diferenciados, los turistas y los montañeros. 


El interior del famoso tren cremallera

Según llegamos a Montenvers, los montañeros salen disparados del vagón. Todavía no tenemos muy claro porqué pero se dirigían al glaciar corriendo, y no lo digo en sentido figurado. Iban tan rápido que, muy a nuestro pesar, les perdimos el rastro. Al principio creíamos que podía ser porque intentaban coger preferencia en una zona de grietas donde se pudiesen hacer buenas fotos. Más tarde pensamos que quizá iban a hacer alguna ascensión en el día y necesitaban el tiempo para estar de vuelta en la estación antes de que saliese el último tren, la verdad es que no lo tengo claro. 

Desde arriba no da la sensación de que sea todo hielo

El caso es que casi sin tiempo para hacer fotos desde arriba empezamos a bajar. Realmente no es una ferrata como tal porque los pasos equipados no disponen de líneas de vida donde poner los cabos del disipador, pero ayudan y mucho en el destrepe.


Empezamos a bajar ayudándonos de un pasamanos

También hay escaleras instaladas

En algunos tramos la escalera se cambia por una maroma para el sentido descendente

Como se aprecia en las fotos ya no tenemos a nadie a la vista, y os prometo que entre la estación y la ferrata no habrá más de 500 metros. Nosotros vamos con calma que es la primera vez que pasamos por ahí y no tenemos prisa, que nuestro plan es relax a tope!

Una vez en el glaciar mires donde mires todo es espectacular


Conocidas montañas empiezan a asomarse


Llegamos cerca del punto en el que confluyen el glaciar de Lechaud y de Géant

Tiramos para arriba buscando una grieta bonita donde poder hacer algo de hielo y sacar unas fotos pero no encontramos nada que nos convenza. Al final montamos una reunión para pasar el rato en la grieta más estética que encontramos pero el hielo estaba como estallado, nada que ver con el de la cascada que encontramos aquella vez en Peñalara bajo el Zabala.


Puede no parecerlo por la perspectiva pero no se veía el fondo, estaba concentrado 100% en no darle a la cuerda

Volviendo a Montenvers Álex ve un crampón automático dentro de uno de los charcos que tenía el glaciar. Estuvimos buscando la pareja sin éxito jajaja, una pena. Tenía que llevar poco allí porque no estaba ni oxidado, misterios de la vida.

A ver si pican


Petzl automático que ponía la anécdota divertida al día

Antes de marcharnos bajamos a la Grotte de glace, una gruta que excavan cada año en el glaciar y que añade una atracción más para los turistas, para los montañeros lo único interesante es bajar las escaleras e ir leyendo las plaquitas que con una altura y año dan una idea del retroceso que sufre el glaciar en nuestros días, espeluznante.


Allí dentro no había bochinche
Después de la gruta subimos a por el tren de vuelta. A primera hora de la tarde, si no recuerdo mal, llegamos a Chamonix otra vez. Allí nos dedicamos a planificar la ascensión al Mont Blanc que esperábamos hacer al día siguiente, y después de una buena duchita bajamos a tomar religiosamente nuestra caña del día.


Pichi y Ramón esperando por los cacahuetes

Para la cena Álex nos deleitó con un excelente Pollo asado con arroz al punto de sal. Qué bien cocina este hombre con cuatro cosas, y no lo digo de coña.


Chef Pichi, toda la semana rodeado de fogones

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